sábado, 10 de diciembre de 2011

Día 14 - 11 de agosto de 2011: Ara va de bó, Ara va de bó, Ciutadella





Binibequer - Ciutadella




Nos levantamos con mucho sueño.

Acordamos desayunar en casa Cusí antes de recoger los bártulos abandonados a su suerte, en un recóndito rincón al lado de la piscina, así que nos ponemos en marcha, desayuno en mente, parando antes parar a comprar una caja rebosante de ensaimadas y cruasanes para el ágape matinal de los 19 que vamos a ser. Decidimos comprar semejante surtido de bollería no industrial (nótese que es la primera vez en tantos días que se usa la palabra industrial como algo casi peyorativo, provocándonos un escalofrío cada vez que lo repetimos) como muestra de gratitud por su bondad para con nosotros, aunque bien sabemos que 15 ensaimadas y 15 cruasanes no son suficiente para compensar las molestias...




De camino a la casa nos vamos turnando la caja, pensando en si los cruasanes están rellenos con un chocolate más denso que el acero, en cuyo caso Xavi y Joan podrían bucear con uno o dos cruasanes atados al neopreno y abandonar el cinturón...

También nos perdemos varias veces. Acostumbrados a bordear la costa, parece mucho más complicado lo de andar por suelo firme...



Al final conseguimos presentarnos en la casa, caja en mano. Desayunamos, hacemos un bañito en la piscina y empezamos a empacar, al ritmo de cierto hilo musical, gentileza del cabo primero Gusetti. Curiosamente, como si supiera que ya ha cumplido su misión, la mesa en la que hemos venido cenando en todas las playas se desintegra en nuestras manos.



Un comité de representantes (compuesto por Mateo Cusí y Álvaro Borrell) nos lleva a la parada de autobuses de Maó. Sólo Dios sabe cuanto bien nos ha hecho esta família...




Cogemos un bus hasta Ciutadella y nos plantamos en Plaça d'Es pins con las mochilas, las maletas, los bultos, los petates y el equipaje. Con todo.

La gente nos mira. Les miramos. Nos miramos a nosotros mismos. Decidimos que nos miran con razón y les dejamos hacer.


¿Qué hacemos con todo esto? No podemos movernos... ¿Dónde dormimos? y así infinitas preguntas.

Nos dispersamos para ver si encontramos alguien que, buenamente, pueda guardarnos "todo lo nuestro" hasta mañana.

A la media hora nos reencontramos el 75% de nosotros, sin resultado alguno, imaginando el percal que supondría buscar un sitio para dormir si tenemos que arrastrar todo esto... A los cinco minutos llega Xavi, con una sonrisa de oreja a oreja. Su sonrisa, que se le sale de la cara, le delata.

Resulta que una hostelera, aficionada a los kayaks, nos guarda las cosas, de forma gratuíta y desinteresada... seguimos, y seguiremos, gozando de la providencia divina.


Port de Ciutadella



Con varias toneladas menos por arrastrar nos movemos con mucha más agilidad, así que aprovechamos este cambio de gravedad para ir de compras, pasear, y esas cosas que se hacen en estos casos.

Pero como lo primero es lo primero, entramos en un Burguer a zampar, porque el arrastre de los bultos ha consumido toda la energía del desayunamen, y porque a las 17'00 el cuerpo ya pide lo que le corresponde. Entramos en el local cantando "Doble Whoper Rodeo oeee oeee oeee...", pero nos ponemos serios cuando nos damos cuenta que -no hay refilling, que eso es sólo en el de Maó.


Tenemos serios problemas para no dormirnos sentados, así que hacemos turnos para ir al baño, con el principal objetivo, asignado por el capitán, de conseguir papel de water (pa' lo que surja), pero también con objetivos secundarios, que ya se asignaba cada uno mismo.


Superada la crisis de sueño, partimos a faire du shopping y a mirar cosas. Tocamos todo lo que podemos, nos reímos de todo lo que vemos, de lo reíble y de lo no reíble, nos probamos todo lo que encontramos, y al final me compro una tortuga-peluche-pirata, que está rebajada y que pondré en el coche. "No me la envuelva, me la llevo puesta".



En una de estas, hayándose el Coronel comprando camisetas para la familia, va y se nos "enamora" de la chica que le atiende. Abandonamos la tienda, entonando "No esperàvem una noia tan bonica, darrere d'aquest taulell..."

http://www.youtube.com/watch?v=o7Fx5EHS4Lo


El coronel no consigue quitársela de la cabeza y se arrepiente, a la vez que no se atreve, de no haberla invitado a tomar algo al acabar la jornada. Aconsejado, insistido, instigado y obligado por el resto de la tripulación, se arma de valor, vuelve y la invita a hacer una cerveza. Y ella acepta.


Mientras 'la noia tan bonica' acaba su jornada laboral, nosotros nos disponemos a empezar a acabar nuestra journeyada por todo lo alto.

Pero antes que nada, ¿Dónde dormimos?

El capitán propone una playa cercana, en la misma Ciutadella, que ha visto mientras buscaba un sitio para almacenar nuestros petates. Resulta que dándose una vueltecita nos ha solucionado los 2 problemas más gordos que teníamos. Y aún alguien se preguntará por qué es el capitán...

Nos fiamos de él.


Después de pasar por el mercadillo artesanal y de variedades, paramos a hacer una cerveza para celebrar lo bien que está saliendo todo. Ante nuestra sorpresa, sale un grupito que empieza a afinar y toda la mandanga... alargamos la cerveza y empalmamos con la cena, con música funky en vivo. Otra agradable e inesperada sorpresa. De postres una copita, para celebrar...lo que sea que toca celebrar.


Son las doce de la noche y, como si de cenicienta se tratase, nos dirijimos todos hacia la tienda de la muchacha, para que el coronel la recoja. No vamos con carroza, pero si con un moreno envidiable.

Lo que si que 'no esperàvem' es que la 'noia tan bonica' tenga un cumpleaños, y que con la emoción y la sorpresa del momento se le haya olvidado... sin embargo, es justamente lo que pasa. Quedan en verse en la gran ciudad, donde la muchacha estudia, dentro de lo que nos parece una eternidad.


Para ahogar las penas del coronel, y porque somos piratas, vamos a ahogar las penas en el bar de un hostal, en el que tomamos otra cerveza rápida y nos vamos hacia la cama, que mañana toca madrugar otra vez, recoger las cosas, recorrer Ciutadella, llegar al puerto y embarcar. Y aunque estamos muy bien aquí, no nos da la gana de perder el barco.


El paseíto hasta la playa nos toma 15 minutitos, pero el sitio vale la pena. Es bonito y silencioso. Formamos en cuadrado, con las mochilitas en el centro, y nos disponemos a dormir. No sabemos si es culpa de las cervezas, las emociones o simplemente el clima, pero hoy hace más calor.



Últimas noches.

martes, 6 de diciembre de 2011

Día 13 - Miércoles 10 de agosto de 2011: Comienza la retirada

Rafalet - Binibequer


Nos levantamos prontito y bajamos a la cala para bañarnos con los primeros rayos de sol, pero el frío hace que sólo Joan y Xavi se bañen.


Desayunamos igual que cenamos (en compañía de Núria y Raquel) y nos tumbamos, dispuestos a tomar un rato el sol. Ellas se van, dejándonos, y continuando su andadura 'pel camí de cavalls'; nosotros nos quedamos recuperando horas de sueño, mientras esperamos la venida de Esther y Lucía, que prometieron pasar un rato por la playa, prontito, y traernos la comida.
Cuando decidimos irnos, a eso de las 13'00 horas, aparecen acompañadas de un chico brasileño de cuyo nombre no puedo acordarme (que nos hace lucir tipito, sin nosotros quererlo). Ni rastro de nuestra comida...
Sacamos 4 cosas sueltas que nos quedan en las mochila y, al más puro estilo MacGyver, fabricamos unos bocatas de 'vete tú a saber qué'. Comemos hasta donde podemos, nos quedamos con hambre, y de postre catamos un sabroso reproche por no invitarlas a comer.

La avanzada hora y el hecho de que, desde que devolvimos los kayaks, nos estamos especializando en la ancestral técnica de moverse en autobús, un vehículo que decide él cuando pasa y cuando no, nos obligan a disfrutar poco rato de la compañía de Esther, Lucía y Suso Dicho. Aún así nos reímos un buen rato con las historia que cuenta Esther.

Después de comer nos vamos, por tanto, hacia Binibequer a golpe de autobús, transbordando y tapeando durante la espera. Descubrimos algo muy interesante a la vez que inquietante: El autobús dispone del escalofriante descuento de 5 céntimos de euros (o 5 centipavos) si hacemos medio recorrido (hasta St Lluís, en vez de Maó). Como somos tan chulos y somos ingenieros, por lo que lo de los números se nos dan bien, decidimos hacer usufructo del descuento. También acordamos que el señor de las tarifas no debe ser ingeniero, pero no se lo hacemos notar al conductor.

Des de s'Algar cogemos un bus hasta St. Lluís, donde se nos intentará asesinar de forma brutalmente inconsciente. En St Lluís nos damos cuenta que el bus que nos dejaría en Binibequer aún tardará entre 2 o 3 años, o eso es las sensación temporal que percibimos... así que ni cortos ni perezosos, pero si muertos de hambre, abordamos el primer bar que encontramos... 4 cocacolas, tapas varias (buenérrimas, aunque en nuestra situación, un zapato también se consideraría un manjar) y un helado... venga, todos kachise!

Mientras disfrutamos de un lavabo de los de verdad, de la comida/bebida y las sillas, sentaditos en la terraza, una furgoneta intenta aparcar justo al lado nuestro... pero decide que eso de que la acera es para los peatones es la falacia más grande que se ha dicho nunca y empieza a hacerse sitio subiendo el pequeño bordillo que nos separa del asfalto y empujando nuestra mesa. No sé si fue un cambio de ideas de última hora, o los golpes y los gritos sutiles que le propinamos a la furgoneta (a los que el camarero se une, no sabemos si por respeto hacia nosotros o porque debemos ser los únicos clientes que frecuentan su bar y sus tapas, por lo menos en tan ingente cantidad), pero el conductor/conductora decide invertir la marcha y volver al hueco de acera correspondiente, con el que la mayoría de personas se conforma al aparcar.

Ante nuestra mirada atónita, una mujer baja de la furgoneta y hace un gesto con la mano como diciendo.. lo siento. Pensamos que mientras no nos cobren el espectáculo no pasa nada, que así llenaremos unas líneas más en el blog.

Para calmar el susto decidimos que nos damos un garbeo rápido. Paramos en la tienda de antigüedades adyacente al bar... no tenemos tantas ganas de andar. Nos lo compraríamos todo, pero nuestra condición económica no nos permite tirar el kayak por la ventana, así que sólo Marcos se arriesga con algunos pocos libros antiguos que van a 1 euro.

Después de todo esto conseguimos subir al bus y con la barriga llena luchamos para no dormirnos y poder bajar en la parada que toca. Lo conseguimos, y al bajar en Binibequer nos 'topamos' con Raquel y Núria que cogen el autobús del que nos apeamos. Nos planteamos si no pueden andar por el mismo motivo que nosotros no podemos remar, es decir, por la tramuntana, o si es porque lo de andar está sobrevalorado.

Llegamos a la playa de Binibequer, donde decidimos hacer noche por motivos estratégicos: está muy cerca de cala Cusí y tenemos que recoger nuestros bártulos antes de volver a casa.
Estando ya instalados en la playa, y habiendo hecho algunas compras básicas, decidimos disfrutar de la playa, junto con una mucha gran numerosa multitud de familias que, dicho sea de paso, parecían provenir de escuelas de 'la Obra': pocas tetas al aire y muchos pendientes de perla.

Es una bonita playa, de baño complicado, por tener que esquivar a 200 Rafas Nadal que juegan a palas en el agua, pero nos gusta.

Binibequer

Cenamos en el bosque que está enganchado a la playa, en una mesa con bancos. Practicamos un poco el tiro al b(l)anco con cuchillo y colocamos los sacos y toda las pesca. Esta vez, por temas prácticos, volvemos a la formación inicial, la del primer día: cuadrado de sacos, con mochilas en medio y cuchillo a mano. No nos fiamos, estamos en territorio desconocido.
Esta noche no hay cantos...

En general nos cuesta dormir. Podría pensarse que es porque el brillo de las estrellas no deja descansar el ojo, pero es más bien por la venida de un desconocido frío. La temperatura baja de repente, y mucho.
Yo, no sé por qué, pero no tengo problemas en conciliar el sueño; sólo me despierto cuando dos energúmenos (porque en este blog nos hemos autocensurado palabras como subnormales y derivados varios) pasan corriendo a escasos centímetros de nuestras cabezas, gritando como si supieran lo que pensamos hacerles si les cogemos.
Los demás las pasan canutas para poder dormir, especialmente Sir Phoney, el más friolero de la tripulación, que sólo concilia el sueño después de ponerse camiseta larga, jersey, pantalón largo, 2 pares de calcetines, una toalla sobre las piernas y un chubasquero cerrado y con capucha.

Frías noches.


viernes, 2 de diciembre de 2011

Dia 12 - Dimarts 9 d'agost de 2011: Tornada als orígens, com el Boomerang


Cala Llucmaçanes - Rafalet

Va arribar l'hora de llevar-se, hi havia esmorzar "especial",
i vam dir "nens, quin panorama", i vam dir "marxem ràpid d'aquí".
I entre el Joan i jo els hi donàvem, als bessons, el menjar
i estaven bé i eren distrets, però ara és difícil treure'ns-els del cap.
Perquè el que feien i el que deien era una mica estrany.
Vam planejar a veure què faríem i vam anar a Maó fent autostop.
La família havia marxat i vam deixar un ram de flors,
i una nota donant les gràcies, però sembla que no eren gaire educats...

Però pel camí, agafàvem d'entre les branques, alguna figa del camp.
Però pel camí, reclamàvem que ens portessin fins a Maó.

Fins que, després de 15 minuts, va parar un home molt peculiar
jo us apropo seieu darrera, jo us apropo colla de matats.
Com tenim temps i el que el Marcos vol és un bon joc d'avarques,
així els senyors fem un passeig, i després agafem el bus.
I no sé els demés, però en el meu cas puc reconéixer que se'm va fer llarg,
per fi estàvem a Rafalet, i la cosa es posava interessant...



La susodicha nota

Per no atropellar més aquesta emotiva cançó, deixaré de banda (si puc) els Manel i seguiré com veníem fent fins ara...

Durant la kayakada, el Xavi havia insistit en anar a una petita cala, única, que es trobava al final d'un preciós congost, on la marea, emputxada i estirada per les onades, jugava amb la sorra, fent un estira i arronsa que et podia fer perdre la noció del temps durant una bona estona... però no sabia quina era...
Cala Rafalet

Perdoneu si he adornat massa la descripció, però s'ho val... és una cala que s'ha de visitar si es va a Menorca.
Xavi, the seeker


Quina va ser la sorpresa al veure que sense voler hauríem arribat a la cala que deia el Xavi...!!

Aquella nit vam conéixer dues noies, la Raquel i la Núria (ai..la Núria, com li deu anar...), no especialment altes, ni elegants (perquè quan un va amb el plan de caminar o remar i fer nit a les platjes, les millors robes les deixes a l'armari), però sí molt interessants i divertides. Vam conversar, vam riure, i prou.

Bé, també vam fer agarrotins i el que portàvem fent cada nit, però no volia arriscar-me a rebre un "botellaso".
Personalment, va ser una de les millors nits...

Observant la marea

Al final, com feiem cada dia, vam anar a dormir, però aquest cop al bosc que hi ha a tocar de la cala.
La falta d'humitat i el "matalàs" de pinassa aportava una nova sensació... i quin gust llevar-se amb el sac i les motxil·les seques!!

Bona nit.

Ei, per cert, Raquel i Núria, si llegiu això, una abraçada molt gran.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Día 11 - Lunes 9 de agosto de 2011: Has visto mi gemelo?

Cala Cusí (Binisafuller) - Llucmaçanes (Cala ses Zorras)


11'00 h de la mañana!!! Lo de dormir en colchón y a cubierto del sol desintoniza el bioreloj interno de Joan, cosa que agradecemos con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente.


Después de un desayuno como Dios manda, si es que alguna vez se ha pronunciado sobre tal cosa, que ha sido responsable de alguna lágrimilla derramada al apreciar la espectacularidad de semejante banquete, y en el que la nocilla (por fin!) se ha quedado en las profundidades de la mochila del desayuno, salimos (como siempre) "on time" (es decir, tarde y cagando leches...) hacia donde nos recogerían los kayaks.


Llegamos a las 12'30, puntuales, como se nos había pedido. Mientras el recogedor de kayaks llegaba con un retraso de 1 hora de reloj y para hacer tiempo, conocemos a una mujer con un coche muy chulo, y nada común en la isla: un mehari.


En menos de 3 minutos Joan ya se había ido a dar una vuelta con el coche y habíamos sido invitados, exhortados, encarecidamente recomendados y obligados a pasar la noche en casa de la hija de la señora del mehari, incentivados por gozar de la compañía de 4 chicas muy... digamos interesantes (para que nos censuren el blog), y de 4 camas. Aceptamos, únicamente, porque lo de dormir en una cama nos parece mejor que dormir en no-cama.



Abusamos un poco más de la hospitalidad de la família Cusí y dejamos unos bultos en la casa, llevandonos sólo lo esencial: 4 mochilas cargadas hasta las trancas.



Por la tarde pasamos por Es Grao, donde los kayaks, para recuperar algunas maletas que se habían olvidado de traernos. Solventado este pequeño error, y algún otro de tipo más intelectual, nos vamos a Llucmaçanes, donde somos recibidos con toda suerte de cantos y bailes infantiles, de esos que tanto gustan a Xavi... resulta que es la fiesta mayor del pueblo.




El momento álgido de fiesta llegó al final del espectáculo de animación musical. Todos los niños se reunieron en la plaza de la iglesia, en un corro, con sus padres y madres: había llegado el momento de luchar por los regalos.


En el centro del corro, un chico mayor encendería un gran petardo que explosionaría despidiendo regalos por los cielos, que los niños esperarían con los brazos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja.


Pues no fue exactamente así...


El susodicho petardo (que al final fueron muchos, porque el proceso se iba repitiendo) tenía una mecha indecentemente corta, que disparaba al artificiero suicida corriendo a las trincheras, al punto que encendía la mecha.


Los regalos soñados eran unas piezas de plasticorro barato made in china que no tenían mucho sentido: un mono de estos que se cuelgan en los sitios, un yoyo en miniatura y muchos otros que más bien parecían piezas de algún juguete más grande que hubiera rebentado en la explosión.

Muchos niños preferían ponerse a llorar, huir despavoridos o aferrarse a las piernas de sus padres, antes que hacer frente al peligro.


Especialmente interesantes e inquietantes eran los petardos que en lugar de lanzar el material plástico a los cielos caían por la explosión y expulsaban una ráfaga de monos de plástico y piezas por doquier, dando un susto de muerte a los que recibían el impacto directo.


La traca final fue, literalmente, la traca final. Imaginad una traca valenciana colgada de un hilo, rodeando la plaza de la iglesia. Y lo mejor: de algunos barrenos colgaban, atados con unos cordeles, fantásticos premios (una pelota, un extintor de juguete, un quad de juguete, etc.).

El artillero suicida de antes encendió la traca y debajo de cada regalo había un grupito de niños deseando que la explosión dejase caer su regalo preferido en sus manos.


Pensamos "ara va de bó, ara va de bó, Llucmaçanes!" y comenzaron las explosiones.


Los regalos fueron cayendo y los niños cogiéndolos, según lo previsto. Pero un pequeño error ingenieril en el cálculo infinitesimal de las longitudes de las cuerdas que sostenían los regalos habían producido unas consecuencias nefastas y tremebundas.

Los barrenos habían rebentado parte de los regalos!! y lo que antes era un quad amarillo estupendo, ahora era una triciclo color ceniza con la carcasa desencajada y unas cuantas "partes de recambio" esparcidas por la plaza.


Vaya festival de risas.




Al cabo de poco nos recogen, a nosotros y a nuestras mochilas, con un monovolúmen de 7 plazas, ya lleno hasta los topes.

Los conocimientos de tetris adquiridos durante nuestra infancia nos capacitan para insertarnos en el coche. Somos 13 y las maletas. Nos reímos bastante, por lo comentado y por lo que no comentaremos.


Nos acoge una familia encantadora, compuesta por la madre, un par de gemelos hiperactivos de 10 años (sorprendentes en todos los sentidos), adictos a la tele y la prensa, dos niñas de unos 6 y 8 años, y la hija mayor, con 3 amigas suyas, que a nuestro parecer requerían más cuidados que las 2 pequeñas y los gemelos juntos.

Cala Llucmaçanes


Mientras la madre estaba fuera en una cena, hacemos de canguro de los pequeños y cocinamos para las mayores y para nosotros mismos. Acabada la cena, adquirimos, sin desearlo demasiado, un nuevo rol: el de taxista.


Nos vamos para tomar algo al port de Maó 5 estrellas y, como buenas anfitrionas, al punto que sus pies contactan con el salino suelo nos abandonan a nuestra suerte (sin saber que esta es mucho mejor que la suya) y desaparecen.


Optamos por hacer lo que mejor sabemos hacer: divertirnos.


1 cerveza, 1 gintonic (customizado por Marcos, según lo aprendido en nuestro bar favorito de Barcelona, el Twist) y unos tragos de ron; al fin y al cabo, aún durmiendo en la cama, seguimos siendo piratas. Nos alejamos unos metros del bar (ron en mano) con el ukelele y los 4 no piratas que nos han acompañado todo el viaje, y que se hacen llamar els Manel.




Hacemos la mejor sesión de aguarrotines de todo el viaje y conocemos a un gallego incapaz de rimar lo que rimaría un niño de 5 años, aún habiéndoselo explicado varias-muchas veces, y con menos ritmo que un elefante cojo bailando claqué en zancos... nos cuenta algo sobre la canoa de Rocky Balboa, pero no le seguimos esta ni ninguna otra.


Conocemos a 2 parejas fans de Manel que pasaban por ahí y se apuntan a la fiesta, cantamos juntos, les tratamos como si les conociéramos de siempre, y les hago saber a los chicos menorquines que no estoy de acuerdo con que aprovechen su acento balear para robarnos a nuestras mujeres catalanas.

Cuando, escandalizados, nos damos cuenta de que son casi las 6'00 h de la mañana, vamos a buscar a las cenicientas y, a falta de zapatos de cristal, las colocamos a ellas (contra su voluntad) en el coche .


Enfilamos hacia la casa, viéndonos atrapados en medio (por mi parte literalmente) de charlas propias de los 17 y 18 años (pues es la edad que tenían las muchachas), al son de "y yo preocupado". Vivo, en primera persona, una situación un poco rara, y se lo hago saber a la que decidimos llamar Victoria. Recibo una colleja de Victoria, totalmente inmerecida.


Aún habiéndolas conocido hace apenas 9 horas, les otorgamos a las 4 chicas el calificativo propio de la hembra de cierta especie animal caracterizada por su astucia. Esta vez, totalmente merecido.



6'30 horas. Dormimos.


Amaneció y amaneció. Mismo día.