Igluada 2012

Benasque, 17-18-19 de febrero de 2012

Por fin viernes! Al fin, después de posponerlo una semana, después de 4 o 5 días de "tengo que comprar las mallas térmicas", "me faltan las esterillas", "tengo que ir a buscar las mochilas" y "trucaré al David a veure si té...", al fin nos vamos!

Una parada técnica en el caprabo antes de arrancar, metemos las cosas como podemos en el coche, nos embutimos inexpicablemente en él y partimos hacia Benasque.

La gente nos mira sorprendida por la ingente cantidad de cosas que hemos conseguido insertar en el interior del coche, sin saber que, después del veraniego llenado de los kayaks en Es Grao, ya no hay recipiente, tambucho o continente alguno que nos suponga un reto...

Durante el trayecto, un par de situaciones (quizá absurdas para el lector) dignas de mención bajo nuestro punto de vista... la primera, mientras atravesamos los preciosos y multitudinarios pueblos del interior (como Tornabous, la Fuliola,...), escuchando Aniversari y dando palmas mientras, en vez de els Manel, cantaba Justo Molinero. La segunda, cuando después de una parada estratégica arrancamos el coche con la garrafa de agua en el techo. Lo destacable es que aguantó 3/4 de rotonda antes de sucumbir a la fisica del movimiento.

3 horas y media después de salir de Barcelona llegamos a Benasque. Ahí hacemos 4 compras tontas y luego practicamos un noble deporte olímpico, llamado curling, en la piscina helada de casa.

Cena imponente y un ratito de tele. Nos vamos a dormir, pronto, con dos cosas claras: 1) qué cantidad de basura echan en cuatro, y 2) mañana será un gran día.

Dormimos en casa, a no más de 5-6ºC, pero nos levantamos eufóricos por lo bien que hemos dormido... ni rastro del frío.

Nuestro día empieza a las 7, con un señor desayuno a base de huevos fritos y bacon, entre otras cosas... Partimos en busca del sitio del que pretendemos hacernos amos y señores. Pensábamos instalarnos en los llanos del Hospital, entre el Hospital y el parking del autobús (para el que lo conozca).

En 10 min encontramos un sitio perfecto, rodeado por árboles y el río, y apartado de la vista de cualquier individuo errante... empezamos la construcción del iglú.

Malas notícias....... la nieve es de 'calidad polvo', demasiado polvo, y no se compacta... con la proporción adecuada de agua-nieve y con dos horita de endurecimiento conseguimos hacer bloques de hielo dignos de nuestro propósito, pero necesitamos unos 190 bloques, así que no va a poder ser....

La realidad se nos hace patente como una patada en la rabadilla, igual que cuando en Menorca se nos dijo que no podríamos acabar la vuelta. Pero de la misma forma que en la kayakada, el resultado final es mucho mejor que lo previsto. Viendo que el iglú no es factible, nos decantamos por un segundo tipo de refugio.

Empezamos a cavar, a ver si el suelo se encuentra a una profundidad suficiente para nuestro nuevo propósito, y vemos que disponemos de 1'5 metros de nieve para apartar a nuestro gusto.

El diseño empieza siendo un cuadrado de 3x2'5 metros, pero como se ha truncado el proyecto iglú (y porque somos así...), decidimos apuntar al premio anual de arquitectura sobre nieve y hacemos un pasillo (estrecho -40 cm-, para frenar el frío, pero largo -4 m-), así como unas escaleras para salir a la superfície. Además, hacemos una habitación para guardar las mochilas y, lo mejor de todo, una nevera con estantes para las cervezas y un señor whisky de 16 años llamado Lagavulin.

Igual que uno no sale de casa sin ponerse el sombrero, o un pastel no es un pastel hasta que se le pone la guinda, nuestro refugio no seria refugio sin un techo como Dios manda.

El coronel y el capitán se dedican a la recolección de ramas y troncos para la estructura del techo, así como del verde que taparía los huecos resultantes. A diferencia de lo que aconseja el refrán, nosotros sí hacemos leña del árbol caído, y conseguimos así buen material para la cúpula.

Una vez dispuesto el techo que nos aísla del exterior, y aunque queda la mar de bonito, echamos unos toldos por encima y los cubrimos con nieve, para aislarnos también del frío, y para quedar así rodeados de nieve. Para que el lector lo visualice, además de mirar las fotos, comentar que el techo quedaba a la altura del suelo del resto de los mortales de la zona, mientras que en el subsuelo, yacíamos y nos movíamos cual topos con guantes y gorro.

Un detalle que demuestra nuestra capacidad de hacer cosas grandes donde los demás se conformarían con lo que hay, es la señora fondue de queso que nos cenamos bajo tierra. Eso sí, la precariedad de condiciones hace que tengamos que 'sucar' pan bimbo. Probablemente el lector piense que no se puede clavar el pincho fonduense en el pan bimbo, y no le falta razón. Lo que hicimos es compactar -con fuerza- cada rebanada de pan bimbo con el puño, hasta hacer una pelotita. Uno puede pensar que es una marranada, pero preferimos llamarlo supervivencia...

La compactación hace que engullamos, tranquilamente, 10 rebanadas de bimbo con su respectivo queso apestoso por barba. Y hay que decir, que el 75% de la población esquimal del momento disponía de unas barbas que más de uno gustaría de mesar...

Las temperaturas: en nuestro habitáculo nos fuimos a dormir a unos 4ºC, máxima temperatura, pero durante la noche se llegó a mínimas de 1,2ºC. Exteriormente, la máxima fue de -1,8ºC, y la mínima de -4,5ºC. Pero repito, nada de frío... incluso tuvimos que quitarnos ropa y dormir con 'lo mínimo'.

Otro detalle importante... nos fuimos a dormir hacia las 21h, quedandonos fritos una media horita más tarde, a lo sumo. La muestra de lo bien que estábamos, es que hastas las 9'30 de la mañana no nos despertamos. Y lo hicimos por miedo de que algún 'caminante' gustar de pasar por nuestro techo y caer sobre nuestras cabezas. Sólo el nuevo componente del grupo, Monseñor Sito, se hace el remolón.. y eso que se quedó dormido en el momento de entrar en el saco.

Recogemos el percal, desayunamos, dejamos las cosas en el coche y nos damos un paseo por el bosque-pistas de esquí de fonfo, con destino el hotel, para un segundo desayuno. De camino hacemos unos ángeles y Joan mete la pata, en el más pleno de los sentidos.

De vuelta del hotel nos damos otro paseo, parando un ratito para hacer memoria de nuestro'caído', Sir Phoney. Nos acordamos de él de la mejor forma que podemos.

Al irnos, descaracterizamos a nuestro compañero para no sentirnos culpables por lo que vamos a hacer. Y lo que hacemos consiste en desmontar a nuestro amigo de nieve y lanzar las 3 partes de su cuerpo lo más alto posible, para que caiga sobre nuestro techo y poner a prueba la estructura.

Superamos la prueba con creces.

Nos vamos, dejamos la nieve y volvemos a la casa a cambiarnos. Comemos, ya con ropa limpia, y partimos con destino casa.

Para redondear el fin de semana, disfrutamos de un grandísimo Barça.

Buenas noches.

pd: empezamos a pensar en la próxima aventura.